En este artículo hablamos en profundidad sobre el alma, analizando los aspectos más sutiles de su esencia.
El alma animal
El alma animal se crea en el momento de la concepción con la fusión del campo electromagnético del espermatozoide y el óvulo. De la fusión de las energías de ambas células se forma una sola esencia, que une la información paterna con la materna.
En el alma animal residen todos los instintos, como la búsqueda de alimento, sexo y territorio, que son esenciales para la supervivencia del cuerpo físico.
Esta alma no es otra cosa que la energía que da vida y vitalidad al cuerpo físico y por tanto está presente desde el primer momento de la formación del feto.
La virtud del alma animal tiene dos aspectos: justicia y belleza.
La justicia va ligada a la capacidad de ser imparcial, de no ser fácilmente influenciable; desde esta perspectiva el alma animal equilibrada puede ser razonable y justa. Sin embargo, cuando es molestada, la persona puede ser dura, sin emociones o puede reaccionar agresivamente como un animal perseguido.
La belleza, por otro lado, es la capacidad de disfrutar de la perfección y la plenitud de los pequeños momentos individuales, este aspecto te permite percibir una sensación de belleza perfecta e irrepetible.
El alma animal se nutre de la energía de los pulmones; cuando esta energía está equilibrada, la energía del alma animal está intacta y la persona es emocionalmente flexible y receptiva. Cuando se perturba la energía de los pulmones, el alma animal también se desequilibra y la persona tiene dificultad para apreciar los resultados y aceptar la pérdida de seres queridos o la muerte.
El alma humana
El alma humana está presente exclusivamente en los seres humanos y otorga consciencia, conciencia y conocimiento.
La vida es el proceso indispensable para que el alma humana (que al encarnarse en el cuerpo físico baja su vibración) eleve su frecuencia y la devuelva a su origen, es decir a la luz.
Sin embargo, un solo ciclo de vida físico no es suficiente para lograr esto, de ahí el motivo de la reencarnación.
El alma humana supera el límite de la conciencia mental, de hecho es la autoconsciencia la que hace al ser humano consciente de sus propias experiencias, de su autenticidad, de sus reflexiones, del propósito y valor de la vida.
El alma humana es considerada la capacidad de ser creador participe del universo, permite aceptar o rechazar su propia autenticidad, de participar en la creación de su propio destino y orientarse hacia su propio camino.
Desde el punto de vista funcional, podemos dividir el alma humana en tres partes: la conciencia, la voluntad y el «rostro«.
La conciencia
La conciencia es la parte responsable de los pensamientos, de las intenciones y nos permite tomar intencionalmente en consideración las cosas. Es responsable de nuestra capacidad de discernimiento tras varias direcciones, de la visión, de la motivación y de la creatividad.
La conciencia es también responsable de virtudes como la fidelidad, la lealtad, la sinceridad y tiene la capacidad de mirar en profundidad al interno. Permite desarrollar la empatía, la generosidad y de ver que se puede hacer y que se debe hacer.
Podemos considerar esta parte del alma la fuente energética de toda el alma humana
La energía necesaria para nutrir esta parte proviene del bazo: esta energía es la fuente de motivación y creatividad. Si está equilibrado y saludable, la persona tiene ideas claras y puede tomar decisiones y tiene la claridad interior para apoyar a otras personas también. Si la energía del bazo está desequilibrada, la persona se preocupa fácilmente, tiene dificultad para tomar decisiones, puede sentirse aburrida y desinteresada.
La voluntad
La voluntad es responsable de la sabiduría y es una virtud que no se puede obtener voluntariamente, sino que se adquiere con el tiempo. De hecho no es una certeza ni siquiera un conocimiento y se manifiesta espontáneamente porque está vinculado a la experiencia de la vida.
La sabiduría no se debe confundir con la inteligencia, ya que esta última es la capacidad de la persona para utilizar el conocimiento intelectual para enfrentar las dificultades de la vida, mientras que la sabiduría es la capacidad de evitar las dificultades de la vida eligiendo los caminos correctos.
La energía que nutre la voluntad proviene de los riñones; cuando los riñones están débiles energéticamente la persona desarrolla miedos profundos, miedo a morir, ansiedad, incapacidad para aceptar la vejez y pérdida de la fuerza de voluntad.
La voluntad se divide en dos partes: la superficial (masculina) y la profunda (femenina).
Las cualidades de la voluntad superficial son la fuerza, la autodeterminación y el arduo esfuerzo; la voluntad más profunda, en cambio, constituye la dirección hacia una meta, es la voluntad la que trabaja independientemente de nuestra voluntad superficial. Esta parte de la voluntad tiene un sentido de lo desconocido, de la fe y del destino y encierra en sí el inexorable misterio de la vida.
La voluntad masculina débil significa pasividad profunda y falta de decisión, una deficiencia de la voluntad femenina puede manifestarse como ausencia de tranquilidad o inquietud profunda.
La voluntad masculina está ligada a las afirmaciones primarias, a las decisiones fundamentales, a los esfuerzos más complicados que se deben cumplir durante de la vida; el femenino a la confianza y la sabiduría.
El “rostro” del alma
El «rostro» es la parte más evidente y visible del alma humana, está relacionada con la sociabilidad y es esa parte la que conecta el alma humana con el tiempo y el espacio. Está relacionada a la conexión hacia las personas, tener las palabras adecuadas, calcular las cosas correctas, mirar a los demás a los ojos y responder con sensatez.
Esta parte del alma está conectada a la comunicación, a nuestra capacidad de interactuar adecuadamente con personas y situaciones; por eso se considera el rostro de la persona.
La energía necesaria para nutrir esta parte del alma proviene del corazón; cuando esta energía está equilibrada la persona se comporta socialmente de forma correcta y con un estilo adecuado, si la energía del corazón está desequilibrada, aparecen síntomas como insomnio, conducta inapropiada, alteraciones a la hora de relacionarse, vergüenza y desconfianza.
En conclusión
La naturaleza del alma humana es feliz y libre, pero la conjunción con el alma animal y sus miedos existenciales refrena su alegría natural. Si prevalece el componente del alma humana, la persona está llena de alegría de vivir y acepta todo lo que le sucede como parte de su camino evolutivo. Su alegría indica que su progreso evolutivo continúa en la dirección correcta hacia su origen, hacia la luz.
El sufrimiento, en cambio, proviene del peso del alma animal ligado al aspecto material que llena al individuo de miedos, celos, envidia, codicia, posesión y apego. Tal sufrimiento ayuda al alma humana a comprender que el proceso evolutivo no avanza, es decir ha sufrido alguna desviación.
Entonces, gracias al sufrimiento comenzamos la búsqueda del camino hacia la felicidad.
Tomado del libro «Medicina universal y el séptimo sentido» del Dr. Nader Butto
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